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comunicado de prensa

Eisenstein el terrible
Dibujos eróticos. Serguéi Eisenstein (Riga, 1898–Moscú, 1948)

Me embriaga el seco ascetismo de la gráfica, la precisión del dibujo [...] Creo que ha nacido de las imágenes de las sogas que ciñen los cuerpos de los mártires, de las huellas que dejan los golpes del látigo en la superficie blanca del cuerpo, de la hoja silbante de la espada antes de que toque el cuello del condenado...

“Encuentro con México” en Memorias inmorales 1

Los Dibujos eróticos de Eisenstein, figura central de la vanguardia ruso-soviética, pueden asumirse como una experiencia plástica en la que tocan tierra las fantasías sin límite de un universo íntimo e irreductible. Las obras se sitúan en la convulsa época del ascenso bolchevique al poder, son exploraciones sobre la sexualidad y su gran impacto en la consciencia del individuo. Materia de indagación personal, estas obras están cargadas de connotaciones psicológicas que invariablemente albergan cierta extrañeza respecto de la naturaleza humana. Frecuentemente realizados a manera de apuntes, los dibujos están marcados por imágenes explícitas que contienen escenas de necrofilia, homosexualidad, zoofilia, sexo en grupo y desmembramientos. Se trata de trabajos de enorme riqueza morfológica que trepanan toda tranquilidad o complacencia con su aura violenta.

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Circo erótico. Serguéi Eisenstein: dibujos - Exposiciones - Kurimanzutto

Las revoluciones nunca han tenido en el sexo uno de sus ejes. Ni jacobinos ni restauradores han visto en la sexualidad una clave de la imaginación política. Durante décadas, los dibujos eróticos de Eisenstein estuvieron al margen de museos y galerías, insertos en un orbe no solo ajeno a la ratio dominante en la esfera pública, sino al propio concepto de cultura. Es probable que estemos al encuentro del circo sexual que empezó a gestarse cuando a los once años el pequeño Serguéi asistió por vez primera a una función circense, acompañado por su entrañable nana. En el excéntrico elenco de artistas descubre a los payasos acróbatas, cuyos despliegues y ductilidad corporales más tarde propagarán ecos que iluminarán su horizonte artístico. Si nos apegamos al designio freudiano de que infancia es destino, los episodios de la niñez de Eisenstein no pueden pasar desapercibidos; Maxim Shtrauj, con quien compartió aventuras a lo largo de su vida, escribió en 1910:

“ Yo tenía siete u ocho años [...] Recuerdo las dunas de arena y los bosques de pinos a lo largo de la costa de Riga, la carretera de la costa que estaba flanqueada por casitas de descanso, donde la gente alquilaba habitaciones durante el verano. En el jardín de una de ellas se podía ver a menudo a un niño de unos diez años, con una cabeza de cabellos muy cortos, inclinado sobre un grueso libro de dibujos. Su mano, segura y rápida, producía dibujos fantásticos [...] Dibujar era su diversión favorita y sus cuadernillos estaban llenos de dibujos...Nos vimos durante varios años y gradualmente nos hicimos amigos.”

Los dibujos tienen una fuente genésica y conceptual diversa; poco o nada tienen que ver con el erotismo elegante y aséptico, calificado favorablemente por los tribunos clasicistas. Junto con el referente circense, establecen una cercanía indudable con el grafiti de los baños públicos o con obras de la tradición popular o del arte menor del pasado, en buena medida integrado por creaciones anónimas. Se suman al banquete constructivo el music hall y sus coreografías; la biomecánica, impulsada por Vsevolod Meyerhold, decidido opositor del realismo socialista (fusilado por órdenes de Josef Stalin en 1940), quien dio a Eisenstein el picaporte para entrar al mundo de las artes escénicas y reforzó la idea de centralidad e inmanencia del cuerpo en la physis de la representación. También están presentes el psicoanálisis freudiano y un orientalismo proveniente de sus estudios sobre Japón: la grafía de los ideogramas y el canon escenográfico del teatro Kabuki. Los dibujos desatan nuevamente, de manera sorda, la interminable batalla entre arte, política y sociedad, al mismo tiempo que describen el infinito rejuego del pensamiento y la inventiva sexual.

Circo erótico. Serguéi Eisenstein: dibujos - Exposiciones - Kurimanzutto

Un objetivo fundamental de los dibujos está en hacer explícita la ritualidad impúdica que corre al interior de la sexualidad, a partir de notables estrategias formales que van de cuidadosos trazos unilineales hasta trabajos realizados con la celeridad del borrador o el boceto, donde las líneas se multiplican y alternan diversos grosores, adquiriendo, en ambos casos, dobleces insólitos. Realizados en todo tipo de papeles, entre ellos hojas membretadas de hoteles y posadas, esos trazos se rebelan contra cualquier referente realista y forman un puente temático que va de las sagas bíblicas y grecolatinas a los mitos prehispánicos.

Se dice que todo comenzó con un primer recuerdo infantil acreditado por Freud a Leonardo da Vinci, extraído por Eisenstein del Psicoanálisis del arte: “Me pareció que mientras yo estaba en la cuna, un milano [especie de halcón] descendió sobre de mí, me abrió la boca con su cola y me picoteó varias veces entre los labios”. Esa imagen cargada de dolor y placer tuvo un impacto trascendental en Eisenstein, quien persiguió en la teoría el contenido latente de esa escena, testimonio de la pulsión sexual que el entramado psicoanalítico, como tantas otras cosas, jamás reveló plenamente, pero que en la mente infantil albergó desdoblamientos y misterios.

Serguéi Eisenstein llegó a América en el umbral de la década de los treinta, un tanto abrumado por la revolución instituida, justo en un momento en que los principales movimientos vanguardistas de la Unión Soviética eran asediados por una política que veía en el arte un medio fundamentalmente útil para la propaganda de los idearios gubernamentales, meras simplificaciones de la relación entre masa y poder. El endurecimiento de la política cultural, a partir de la ascensión de Stalin al gobierno, desalentó el vértigo artístico de una revolución que originalmente había concebido al arte como un campo de experimentación dirigido a trastocar las concepciones de la tradición clásica. En diciembre de 1930 Eisenstein llega a México, tras ver frustrados varios de sus proyectos en Estados Unidos. No demasiado distante de la emotividad turística (el visitante soviético se referirá al territorio mexicano como un jardín del Edén ligado al esplendor de la pereza), el país del sol, su historia, sus enigmas, la mitología revolucionaria y su primitivismo ejercen una enorme fascinación en aquel joven autor que a los 26 años ya había realizado dos películas fundacionales del lenguaje cinematográfico: La huelga y el Acorazado Potemkin. Su permanencia en el México posrevolucionario duró poco más de dos años. De esa estancia, que adquirió tonos bucólicos, proviene una gran parte de los dibujos, un extraordinario expediente que constituye una afirmación abierta de ideas preconcebidas, las que de modo encubierto ya habían aparecido en sus películas o que se integrarían a filmes posteriores en forma de metáforas humorísticas o dramáticas, yuxtaposiciones y elipsis.

Circo erótico. Serguéi Eisenstein: dibujos - Exposiciones - Kurimanzutto

La experiencia mexicana había iniciado en 1920, con la puesta en escena en la URSS de la adaptación teatral de El mexicano, de Jack London y más tarde por el contacto personal con José Clemente Orozco y Diego Rivera. Un tanto desencantado del rumbo que tomaba la gesta socialista, Eisenstein arriba a Veracruz, acompañado por el fotógrafo Eduard Tisse y el editor Grigori Alexandrov, con la intención de poner en marcha un proyecto fílmico que meses después titulará ¡Qué viva México!, la película imposible que nunca verá terminada. Eisenstein experimenta a gran escala su capacidad como dibujante, aspecto que conforma una de las actividades centrales, en el contexto de una intensa cotidianidad. Habiendo sido uno de los artífices del arte y de la propaganda revolucionaria, en México abre audaz, profusa y libremente su trabajo a la sexualidad, aportando una vertiente inédita del arte vanguardista. Así como la cinemática eisensteiniana marcará el rompecabezas de la modernidad, los dibujos eróticos serán una enorme señal para el imaginario del arte contemporáneo.

Para el artista letón, se trata de obras que sacuden la rigidez de la moral conservadora, en las que están abiertamente expresadas la violencia, la profanación, el sadismo y la muerte; en ellas aparecen arquetipos y referencias mitológicas que nos remiten a la dualidad Eros y Tánatos, utilizada eficazmente para equiparar el trance religioso con el éxtasis sexual. De allí el carácter blasfemo, erotómano y místico de los dibujos, que en palabras de Anita Brenner representan “una brusca irrupción de la línea transversa de la bisexualidad”; pero más que eso, son el continente de una constelación multifacética de imágenes que no ha perdido un ápice de su fuerza punzante, la que descansa en los infinitos pliegues del sexo. Eisenstein descubre en el eros propio una experiencia sacrílega e intemporal, así como el sentido de universalidad que atraviesa la historia del arte. A modo de sentencia, Bataille escribe:

“El espíritu humano [...] se teme sin cesar a sí mismo. Sus movimientos eróticos le aterrorizan [...] No pienso que el hombre tenga la oportunidad de arrojar un poco de luz sobre sí mismo antes de dominar lo que le horroriza [...] el erotismo y la muerte se encontraron en el terreno de los encadenamientos de una mecánica. Pero quizá el hombre pueda superar lo que le horroriza, puede mirarlo cara a cara.” 2

Si se revisan uno a uno los ensayos-bocetos-apuntes, se encontrarán los ejemplos de una singular e instranferible visión del arte, a manera de un interminable despliegue de posibilidades plásticas en las que puede expresarse con plenitud la imaginación sexual. Pero si los dibujos se observan a manera de un mosaico, el conjunto dibujístico es una declaración de principios o un manifiesto profundamente imaginativo sobre la condición humana y el deseo, un jardín de las delicias que no precisa de infierno ni paraíso, tampoco de advertencias teologales. 

–Sergio Raúl Arroyo

Circo erótico. Serguéi Eisenstein: dibujos - Exposiciones - Kurimanzutto

Serguéi Eisentein en México, 1931
foto: Agustín Jimenez

sobre el artista

Serguéi Eisenstein (Riga, Letonia 1989-Moscú, Rusia, 1948) ha sido reconocido por su obra cinematográfica y sus revolucionarias teorías sobre el montaje y la psicología del arte. Estudió ingeniería civil antes de la Revolución de Octubre y se unió al Ejercito Rojo durante la Guerra Civil, ahí obtuvo su primera experiencia como director y escenógrafo en pequeñas presentaciones teatrales para las tropas. Después de la desmovilización, estudió teatro con Meyerhold y se unió al Proletkult de Moscú donde realizó su primer corto experimental como parte de una puesta en escena de un clásico de Ostrovsky. Para el Proletkult realizó su primer largometraje Strike (Huelga) (1924), que lo llevó a que le comisionaran  The Battleship Potemkin (El Acorazado Potemkin)  (1925) para conmemorar la revolución de 1905. El éxito internacional de la película logró una nueva comisión para Octubre (1928) que marcaría el décimo aniversario de la revolución Bolchevique. Tanto Octubre como el subsecuente The Old and the New (Lo viejo y lo nuevo) (1929) sufrieron una subsecuente revisión política por parte de Stalin ya que su régimen cernía su control sobre la producción cultural soviética. Sin embargo, ambas son muestras de los experimentos de edición y montaje más radicales de Eisenstein.

En 1929, Eisenstein y sus colegas Alexandrov y Tisse se embarcaron en un viaje a través de Europa para aprender más sobre las técnicas del cine sonoro, fue durante este viaje que recibieron la invitación de Paramount par trabajar en Hollywood. Después de seis meses, todos los proyectos que propusieron fueron rechazados, y como último recurso Eisenstein aceptó un financiamiento privado para hacer una película en México que reflejaría la transformación revolucionaria de ese país. Después de un año de grabar en los estados de Yucatán, Oaxaca e Hidalgo, los productores americanos cortaron el financiamiento, obligando a Eisenstein a regresar a la URSS, creyendo que podría llevarse el material para editarlo en Moscú. Esto nunca sucedió y los americanos vendieron el material a varios editores comerciales que realizaron distintas películas con su material, antes que su antiguo asistente, Alexandrov, hiciera la última versión en 1979.

Para Eisenstein, perder ¡Qué Viva México! fue la más grande tragedia de su vida creativa. A pesar de esto, los quince meses que pasó en México renovaron su inspiración gráfica y ahí produjo cientos de dibujos y planeó el proyecto que dominaría el resto de su vida: un estudio sobre las raíces de la expresión artística que llamaría “El problema Fundamental” o “Método”.

De regreso en la URSS, muchos de sus proyectos fueron vetados y su próximo film Bezhin Meadow (1936) fue prohibido después de haberlo terminado. Fue hasta que realizó Alexander Nevsky (1938), una historia épica rusa, que su reputación fue restaurada frente a Stalin y lo invitaron a recrear la era del primer tsar de Rusia, Ivan IV. Realizada durante la segunda guerra mundial, la primera parte de Ivan el Terrible se ganó la admiración de Stalin en 1944, sin embargo la segunda parte, que retrataba la paranoia de los últimos años de Ivan, fue prohibida y no se mostró hasta 1958.

Al momento de su muerte por un problema cardiaco en 1948, sólo una parte del amplio corpus de escritura de Eisenstein era conocido. Desde entonces, mucho ha sido publicado y traducido postumamente, incluyendo sus memorias “inmorales”. Sus muchos dibujos, sólo mostrados una vez durante su vida, se han ganado la apreciación del público, haciéndolo un artista verdaderamente multifacético a setenta y cinco años de su prematura muerte.

Video

 

Damián Ortega talks about Sergei Eisenstein's erotic drawings and the exhibition Circo Erótico.

presentación del libro Dibujos Eroticos. Serguéi Eisenstein de Alias Editorial.

Sergio Raul Arroyo, Damián Ortega y Daniela Gil