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foto: abigail enzaldo

En Neuróticos Anónimos, primera exposición individual en kurimanzutto Nueva York de Miguel Calderón (n. 197 1, Ciudad de México), se presenta una selección de esculturas, dibujos, fotografías y video, tomando como punto de partida el lenguaje visual del programa "Neuróticos Anónimos", una organización que ayuda a personas con trastornos emocionales y mentales a través de terapias de grupo.

Calderón reúne un cuerpo de obra que muestra la diversidad de su práctica. El artista, conocido por examinar con agudeza y humor el comportamiento humano y los rituales sociales que lo moldean, explora temas como la desesperación, la ansiedad y la vulnerabilidad, en una exposición que continúa sus reflexiones sobre la delgada línea que separa la ficción de la experiencia personal. 

Una de las piezas clave de la muestra es una escultura en mármol en la que se reinterpreta la identidad gráfica y el lenguaje visual del programa “Neuróticos Anónimos” en México, plasmado en volantes, folletos y carteles. El caos y el tormento emocional se representan en una figura que evoca las esculturas clásicas de alegorías de ideales como la Justicia, la Sabiduría, la Victoria y la Paz. La pieza cobra un significado personal y autobiográfico porque la madre del artista formó parte de un grupo de apoyo similar. 

Otra obra central es el video Cocteleitors, un proyecto en curso en el que Calderón explora la subcultura de los cocteleros, personajes que utilizan credenciales de prensa falsas y se valen de distintos trucos para asistir a inauguraciones de arte en la Ciudad de México. Para ellos, estos eventos sociales representan una forma de supervivencia. Los cocteleros forman un grupo unido, forjado por experiencias compartidas. Sus encuentros en un espacio libre de prejuicios, les brindan un sentido de pertenencia en contraste con la marginación social y el aislamiento en el que viven cotidianamente. Aunque su estilo de vida puede parecer superficial, a menudo está enraizado en posturas ideológicas y políticas profundas. El video sigue a este grupo en su implacable y frenética búsqueda de comida y bebida gratis, en una exploración surrealista de la vida nocturna en la Ciudad de México y los eventos que rodean al arte contemporáneo. Dentro de esta misma temática, la exposición incluye un retrato fotográfico de uno de los cocteleros, así como una serie escultórica que amplía esta crítica, satirizando las reglas no escritas de la vida social. 

Social Climber es una serie escultórica que ahonda en estos cuestionamientos. Los cinco paneles de metal que simulan muros para escalar se muestran como una metáfora del deseo por el ascenso social y la naturaleza performativa del éxito. Las piedras incrustadas en la superficie, que a lo lejos parecen figuras abstractas, son rostros con distintos fenotipos que evocan las jerarquías y sistemas de clasificación latentes en la organización de la sociedad. 

Exvoto revisitado es una obra que parte de la historia familiar de Calderón. En 1974, su padre, un piloto de carreras profesional, sobrevivió a un grave accidente. En un gesto de gratitud por lo que consideró una intervención divina, creó un exvoto, utilizando fotografías del lugar del accidente y mensajes de agradecimiento mecanografiados. Décadas después, Calderón encontró una fotografía del fotoperiodista de nota roja apodado “El Buitre”, quien solía documentar a su padre en las carreras. Tomada desde un acantilado, la imagen de “El Buitre” capturaba una tragedia que transportó a Calderón al escenario del accidente de su padre. Inspirado en esa imagen, recreó el evento en Exvoto revisitado, una fotografía de gran formato que difumina los límites entre realidad y ficción, cuestionando la idea del espectáculo, la memoria y la compulsión humana por documentar la catástrofe. 

Otra serie que se presenta en la exposición es Estudios para esculturas monumentales. Obras creadas a partir de agujas de velocímetro dobladas que funcionan como modelos para monumentos públicos imaginarios. Presentadas como artefactos arqueológicos, estas piezas surgen de reflexiones en torno a la velocidad y a la conexión personal de Calderón con el automovilismo a través de la figura de su padre. 

La exposición también presenta una serie de 19 dibujos en tinta, que Calderón desarrolló como una forma de liberación introspectiva. Estas obras trazan un universo simbólico extraído del subconsciente del artista, combinando técnicas como el dibujo automático y la observación. Un extraño evento de la vida real se filtra en estas obras: mientras dormía en su propia casa, una serpiente mordió al artista en la frente. Ese recuerdo vívido, que funciona como una metáfora de transformación, se convierte en una constante dentro de la serie de dibujos.

La muestra incluye además diversas series fotográficas, entre ellas una que investiga una gama cromática basada en tonos negros. Por su parte, la serie titulada SOS retrata al artista en una etapa más joven, cuando, tras quedar varado, intentó realizar una llamada telefónica desde cada cabina de emergencia que encontraba a lo largo de una carretera en Colombia. 

Con Neuróticos Anónimos, Calderón indaga, a veces irónicamente, a veces de manera personal, sobre la identidad y las estructuras que moldean nuestra vida emocional. Mezclando intimidad con sátira y documental con invención, la exposición invita a los espectadores a reflexionar sobre los extraños rituales que creamos para sobrevivir.