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Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, Luhring Augustine, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Installation view of Julio Galán, kurimanzutto, New York, March 6–April 19, 2025

Fotografía de Enrique Badulescu, publicada en L'Uomo Vogue, núm. 287, 1998

Fotografía de Enrique Badulescu, publicada en L'Uomo Vogue, núm. 287, 1998

La exposición en dos partes de Julio Galán en kurimanzutto y Luhring Augustine en Chelsea marca su primera presentación individual en Nueva York en más de dos décadas. Abarcando casi toda su carrera, las pinturas y pasteles expuestos presentan espacios inquietantes y oníricos donde personajes reales e imaginarios se fusionan con las narrativas personales del artista. En esta edición de Desde el Archivo, analizamos la vida de Galán —trágicamente truncada a los 47 años— y el intenso lenguaje visual de una práctica que presenta la identidad como una representación, como un performance fragmentado en constante transformación.

Primeros años

Galán con su madre, María Elisa Romo de Galán, y su hermana, Sofía, s.f.

Galán con su madre, María Elisa Romo de Galán, y su hermana, Sofía, s.f.

Julio Galán nació en 1958 en el pueblo minero de Melchor Múzquiz, Coahuila, México. Mantuvo un vínculo especialmente estrecho con sus hermanas Sofía y Lissi, así como con su madre, María Elisa Romo de Galán, a quien describía como “una mujer elegante y excéntrica” que tenía dificultades para expresar su afecto.[1] A diferencia de sus hermanos, que disfrutaban de la caza en el rancho familiar, Galán prefería los objetos antiguos, la moda y jugar con muñecas que su madre le regalaba. Estas muñecas se convirtieron en compañeras de vida y aparecerían más adelante en sus pinturas.

EI encantamiento (Lissi, Lissi), 1981,
acrílico y collage sobre lienzo, 110 × 70 cm
Colección Museo de Arte Moderno, Ciudad de México

EI encantamiento (Lissi, Lissi), 1981,
acrílico y collage sobre lienzo, 110 × 70 cm
Colección Museo de Arte Moderno, Ciudad de México

Tras cursar quinto grado en una escuela dirigida por monjas, se trasladó a Monterrey para reunirse con sus hermanos mayores, donde asistió primero a una escuela Montessori y luego a un colegio católico privado. La iconografía de su infancia—santos, crucifijos, muñecas y animales—resurge en obras cargadas de intriga como El encantamiento (Lissi, Lissi) (1981). La pintura es emblemática de sus primeras obras, en las que muñecas mutiladas con miradas vacías conviven con una suerte de bestiario de osos, gatos, perros, caballos y otras criaturas antropomorfizadas. Muchos de estos protagonistas aparecen heridos o ensangrentados, insinuando una violencia latente que acecha incluso en sus composiciones más lúdicas.

Túnel de los santos, 1984, óleo sobre lienzo, 145.5 x 203.2 cm

Túnel de los santos, 1984, óleo sobre lienzo, 145.5 x 203.2 cm

La pintura como laberinto y espejo

Galán dibujando en García, Nuevo León, Mexico, s.f.

Galán dibujando en García, Nuevo León, Mexico, s.f.

A los doce años, Galán comenzó a frecuentar la Galería Miró de Guillermo Sepúlveda en Monterrey, atraído por las obras de artistas mexicanos como Gunther Gerzo y Rafael Calzada. “Quería expresarme con color”, recordaba, “pero en ese entonces no entendía que podía vivir de la pintura.”[2] Tras graduarse de la preparatoria en 1976, decidió dedicarse al arte, aunque sus padres insistieron en que tuviera una educación formal. Poco interesado en los estudios académicos en arte, ingresó a la carrera de arquitectura en la Universidad de Monterrey en 1978, cumpliendo con lo requerido mientras dedicaba la mayor parte de su tiempo a pintar. Durante ese periodo, volvió a la galería de Sepúlveda—renombrada como Galería Arte Actual Mexicano—en busca de retroalimentación, y al poco tiempo realizó allí su primera exposición individual en 1980.

Sin título (Mami, mami), 1984-1985, óleo sobre lienzo, 158 x 119.4 cm

Sin título (Mami, mami), 1984-1985, óleo sobre lienzo, 158 x 119.4 cm

La temprana sensación de extrañeza frente a su entorno conservador dio forma a la  práctica artística de Galán como una manera de explorar lo que no encajaba. “La vocación nació conmigo. Ya no recuerdo cuál fue mi primera pintura. Siempre pinté, mis padres las enmarcaban [...] Cada vez descubro un poco más de mí. Mis pinturas, además de sorprendentes, [...] son un espejo.”[3] Para Galán, pintar era un proceso de autoconocimiento, evidente en obras tempranas que evocan un sentimiento de encierro psicológico. Sus pinturas transforman los paisajes de Coahuila y Nuevo León en laberintos de persecución y peligro. En Sin título (Mami, mami) (1984–85), aparece como un niño encerrado en una caja, llamando a su madre. Aunque estudió arquitectura a regañadientes, su huella perduró. Los interiores compartimentados de sus obras recuerdan a planos arquitectónicos, con muros altos, bordes gruesos y marcos pintados. Obras como Laberinto azul (1983) trazan espacios domésticos que evocan mundos interiores, donde la infancia no es refugio, sino prisión—un escenario sin una salida clara.[4]

Laberinto Azul, 1983, óleo sobre lienzo de lino, 179.7 x 181.8 cm

Laberinto Azul, 1983, óleo sobre lienzo de lino, 179.7 x 181.8 cm

Un artista en tránsito

Galán con Sí puedes pero no debes (1985) en la azotea del edificio donde vivía en Hell’s Kitchen, Nueva York, c. 1985

Galán con Sí puedes pero no debes (1985) en la azotea del edificio donde vivía en Hell’s Kitchen, Nueva York, c. 1985

En 1984, tras terminar la carrera de arquitectura y ganar reconocimiento con exposiciones individuales en galerías mexicanas, Galán se mudó a Nueva York, alentado por la curadora del Metropolitan Museum of Art, Lowery S. Sims, quien había visitado su estudio en Monterrey. Llegó con apenas dos mil dólares, “un perfume, un par de zapatos espectaculares, un crucifijo y algo de ropa,” y eventualmente se instaló en un departamento en Hell’s Kitchen.[5] El cambio marcó un punto de inflexión en su práctica. “Al principio fui muy cauteloso, tratando de evitar ser influenciado”, recordó más tarde, “tenía miedo de dejarme llevar por otros artistas [...] pero gané confianza en lo que hacía.”[6] Aunque admiraba a Jean-Michel Basquiat, Sigmar Polke y Julian Schnabel, Galán se mantuvo fiel a su visión, produciendo autorretratos disfrazados, paisajes, naturalezas muertas y obras cargadas de collage que desdibujan la línea entre el lienzo y la realidad.

(Izquierda) El ropero de Sofía, 1983, óleo sobre lienzo, 174 x 139 cm
(Derecha) Boceto para El ropero de Sofía, principios de los años 80, lápiz sobre papel, 32 × 25 cm

(Izquierda) El ropero de Sofía, 1983, óleo sobre lienzo, 174 x 139 cm
(Derecha) Boceto para El ropero de Sofía, principios de los años 80, lápiz sobre papel, 32 × 25 cm

Paseo por Nueva York con dolor de cabeza y barajas de lotería, 1984, óleo y acrílico sobre lienzo, 198 × 152 cm

Paseo por Nueva York con dolor de cabeza y barajas de lotería, 1984, óleo y acrílico sobre lienzo, 198 × 152 cm

Su entrada en el mundo del arte neoyorquino fue rápida. La diseñadora de moda Nicole Miller se convirtió en una de sus primeras impulsoras tras ver El ropero de Sofía (1983), donde aparecía uno de sus vestidos. En 1985, exhibió Paseo por Nueva York con dolor de cabeza y barajas de lotería (1984) en su loft de Tribeca y organizó una fiesta en la que Galán conoció a Paige Powell, entonces gerente de publicidad de Interview, la revista vanguardista de Andy Warhol. Powell se convirtió rápidamente en una promotora clave de su trabajo, organizando su primera exposición individual en Nueva York.

The New York Years

Niño elefante tomando Ele-rat 7, 1985, óleo y acrílico sobre tela
Colección del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), Ciudad de México

Niño elefante tomando Ele-rat 7, 1985, óleo y acrílico sobre tela
Colección del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), Ciudad de México

En el otoño de 1985, Galán expuso en Art Mart Gallery en el East Village, presentando pinturas con títulos de medicinas imaginarias, entre ellas Adovenad (1985) y Niño elefante tomando Ele-rat 7 (1985). Estas obras muestran figuras masculinas—que a menudo se parecen al propio Galán—fusionadas con rasgos animales como trompas de elefante o astas de ciervo, dispuestas frente a muros desnudos con fragmentos de textos manuscritos y elementos de collage. El tono absurdo con tintes pop de estas piezas evocaba el lenguaje visual del mundo publicitario.

Páginas del álbum de fotos mostrando a Warhol en la inauguración de Galán en 1986, en su exposición en el departamento de Edit deAk. Colección de Mauricio Jasso.

Páginas del álbum de fotos mostrando a Warhol en la inauguración de Galán en 1986, en su exposición en el departamento de Edit deAk. Colección de Mauricio Jasso.

Más tarde ese mismo año, en una exposición individual organizada por Paige Powell en el departamento de la crítica de arte Edit deAk en SoHo, Galán documentó la noche inaugural en un álbum de fotos, donde aparece Warhol llegando con su cámara. Ambos congeniaron rápidamente gracias a su interés compartido por las antigüedades, las celebridades y la estética camp. Warhol admiraba su obra y propuso un intercambio: un retrato de Galán de su autoría a cambio de El Hermano / Niño berenjena y niña Santa Claus (1985), un autorretrato díptico donde Galán aparece vestido con un traje de berenjena de cuerpo completo en un lado y con un vestido rojo en el otro, aludiendo al erotismo y a la fluidez de género. La muerte de Warhol en 1987 impidió que el intercambio se concretara.

El Hermano / Niño berenjena y niña Santa Claus, 1985

El Hermano / Niño berenjena y niña Santa Claus, 1985

Instalación de la obra en siete partes One Week (1993)
en la 67a Bienal del Whitney, Nueva York, 1995. Fotografía de Geoffrey Clements

Instalación de la obra en siete partes One Week (1993)
en la 67a Bienal del Whitney, Nueva York, 1995. Fotografía de Geoffrey Clements

En 1988, Galán conoció a la galerista Annina Nosei, conocida por representar a Jean-Michel Basquiat y Barbara Kruger. Debutó en su galería en SoHo al año siguiente, iniciando una colaboración que duraría casi una década. En 1990, Galán dejó Nueva York y regresó a Monterrey, aunque continuó exhibiendo internacionalmente. Participó en la 67ª Bienal del Whitney, curada por Klaus Kertess, y expuso en galerías como Thaddaeus Ropac en París y Barbara Farber en Ámsterdam.

Resistiendo los “ismos”

Vista de la instalación de Sí y no (1990) en Latin American Artists of the Twentieth Century, The Museum of Modern Art, Nueva York, 1993; foto: imagen digital © The Museum of Modern Art/Licencia SCALA/Art Resource, NY

Vista de la instalación de Sí y no (1990) en Latin American Artists of the Twentieth Century, The Museum of Modern Art, Nueva York, 1993; foto: imagen digital © The Museum of Modern Art/Licencia SCALA/Art Resource, NY

A lo largo de su carrera, Galán se resistió a las etiquetas que le asignaban a su obra. Aunque con frecuencia se le relacionaba con el surrealismo, él únicamente reconocía que su obra seguía “un poco el camino del surrealismo”, insistiendo en cambio en el trasfondo autobiográfico.[7] Al igual que Frida Kahlo—con quien a menudo se le comparaba—rechazó esta clasificación. Kahlo afirmó alguna vez: “Yo no pinto sueños. Pinto mi propia realidad”[8], y Galán adoptó una postura similar, fundamentando su obra en una experiencia personal velada por imágenes simbólicas que, según él, no necesitaban contexto biográfico para ser comprendidas. También descartaba las comparaciones con Kahlo por considerarlas superficiales: si bien ambos abordaban el dolor en su obra, sus vidas y métodos eran radicalmente distintos. Su inclusión en Latin American Artists of the Twentieth Century en el MoMA en 1993—junto a Kahlo, Diego Rivera, Wifredo Lam y Ana Mendieta—fue un reflejo de su creciente proyección internacional, incluso cuando las etiquetas que se le aplicaban no lograban captar la complejidad de su práctica.

Documentación de la inauguración de Galán en el Museo de Monterrey, 1987

Documentación de la inauguración de Galán en el Museo de Monterrey, 1987

A Galán también se le asociaba frecuentemente con el neomexicanismo, un movimiento que reimaginaba símbolos culturales mexicanos con una mezcla de ironía y nostalgia. Aunque sí recurrió a la iconografía nacional—particularmente en obras de su exposición de 1987 en el Museo de Monterrey, como Los cómplices (1987)—estas referencias fueron excepcionales dentro de un cuerpo de obra de casi mil piezas. Sin embargo, esas pocas obras tuvieron mucha visibilidad en el extranjero, alimentando narrativas exotizantes. Su trabajo fue incluido en Aspects of Contemporary Painting (1990) en la Americas Society en Nueva York, curada por Edward J. Sullivan, y fue el único artista mexicano en la icónica exposición Les Magiciens de la Terre (1989) en el Centre Pompidou de París. Para Galán, la identidad nunca fue algo fijo, sino un performance moldeado por mitologías personales y procesos de transformación. Al resistirse a las categorizaciones reductivas, se negó a ser encasillado dentro de un solo movimiento.

Los cómplices, 1987, óleo sobre lienzo, 189.9 × 229.9 cm

Los cómplices, 1987, óleo sobre lienzo, 189.9 × 229.9 cm

Del lienzo a la escultura

(Izquierda) M. Posewhite, 1989, cerámica y metal, 106.7 × 50.8 × 50.8 cm
(Derecha) Untitled (Pelea de Brujas), 1990, cerámica pintada y esmaltada y metal, 148.6 x 63.5 x 63.5 cm

(Izquierda) M. Posewhite, 1989, cerámica y metal, 106.7 × 50.8 × 50.8 cm
(Derecha) Untitled (Pelea de Brujas), 1990, cerámica pintada y esmaltada y metal, 148.6 x 63.5 x 63.5 cm

A finales de los años ochenta y principios de los noventa, Galán amplió su práctica hacia la cerámica, reimaginando el lenguaje visual de sus pinturas y dibujos en tres dimensiones. Colaboró con el Taller de Arte y Diseño de Roberta Brittingham Sada y con Cerámica Regiomontana en Monterrey, trabajando junto a artesanos que moldeaban sus diseños a partir de placas de barro. Galán pintaba y terminaba las esculturas una vez cocidas, usando un esmalte blanco como base. Aunque la pintura siguió siendo su medio principal, produjo al menos veinticinco piezas de cerámica, incluyendo esferas de alta temperatura como M. Posewhite (1989) y Sin título (Pelea de Brujas) (1990). Estas esculturas dieron a los rostros expresivos de sus obras una nueva dimensionalidad, profundizando aún más en la complejidad de su práctica.

Las colaboraciones fotográficas de Galán

 Los siete climas, 1991, óleo sobre lienzo, 230 × 150 cm

 Los siete climas, 1991, óleo sobre lienzo, 230 × 150 cm

Ya fuera a través de una provocación audaz o un gesto sutil, las colaboraciones fotográficas de Galán abordan la identidad como un acto continuo de construcción y negociación. En las fotografías de Juan Rodrigo Llaguno, aparece sin camisa con la palabra “JOTO” escrita sobre el pecho—un gesto de autoinscripción que luego retomaría en su pintura Los siete climas (1991), donde la primera letra desaparece. El insulto, al ser alterado, pierde su fuerza original y se vuelve un gesto entre la censura y la provocación. La omisión es reveladora: Galán representa lo queer al tiempo que desestabiliza su legibilidad.

Galán fotografiado por Juan Rodrigo Llaguno, 1991

Galán fotografiado por Juan Rodrigo Llaguno, 1991

Retrato de Julio Galán por Graciela Iturbide, 1993

Retrato de Julio Galán por Graciela Iturbide, 1993

En 1993, Graciela Iturbide lo fotografió en una serie de retratos escenificados en Monterrey. Más tarde ella describiría la experiencia como una mezcla de intención y espontaneidad—muy similar al proceso pictórico del artista. En una de las series, Galán alterna entre ángel y Cristo, encarnando tanto el sufrimiento como la trascendencia. A través de estas colaboraciones, Galán fue dando forma a una identidad visual fluida que exploraba la disidencia sexual. Ya sea mediante la provocación abierta o el gesto sutil, sus performances fotográficas rechazaban una sola identidad, tratándola como un acto continuo de construcción y negociación.

Una muerte inesperada y un legado duradero

Francisco Toledo y Galán en la casa de Toledo en Oaxaca, 2002

Francisco Toledo y Galán en la casa de Toledo en Oaxaca, 2002

En sus últimos años, Galán se fue alejando de la vida pública. La muerte de su madre, María Elisa, en 1999, lo afectó profundamente y acentuó su aislamiento. Aunque continuó exhibiendo de forma esporádica, su producción —antes prolífica— se volvió cada vez más escasa. Amigos y conocidos lo notaban cada vez más retraído, evitando llamadas y durmiendo en exceso. Abrumado por una melancolía persistente, se fue distanciando del mundo del arte. En 2002, sin embargo, se inauguró su última retrospectiva en vida en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO). La muestra, que reunió más de cuarenta obras, viajó después al Museo Amparo en Puebla y al Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara. Durante la inauguración en Oaxaca, Francisco Toledo elogió a Galán, y la admiración fue mutua: cada quien nombrando al otro como el artista vivo más importante de México.

Galán solía expresar un temor a volar, alimentado por predicciones de adivinos que le auguraban una muerte en un avión. El 4 de agosto de 2006, mientras viajaba de Zacatecas a Monterrey, murió repentinamente a causa de un aneurisma o hemorragia cerebral. Tenía 47 años. Su muerte, sorpresiva, fue reportada por la prensa local y en un obituario de Roberta Smith en The New York Times.

Portada de Julio Galán: Un conejo partido a la mitad, 2022

Portada de Julio Galán: Un conejo partido a la mitad, 2022

Casi dos décadas después, su influencia perdura. En 2021, MoMA PS1 incluyó su obra en Greater New York, y en 2022, el Museo Tamayo y el MARCO co-organizaron Julio Galán: Un conejo partido a la mitad, curada por Magalí Arriola. La exposición destacó aspectos menos conocidos de su práctica, como la fotografía, el video y la performance. Con textos recientes de Arriola, Pablo Soler Frost y Teresa Eckmann —autora de la monografía Julio Galán: The Art of Performative Transgression (2024)—, su exploración de la identidad, el deseo y la auto-reinvención sigue resonando con nuevas generaciones.

Ver la práctica de Galán a través de su biografía es entrar en un laberinto cuidadosamente construido: lleno de capas, performativo y elusivo. El impacto perdurable de su obra radica en su manera de representar la identidad no como esencia, sino como una superficie—una trama de relatos personales, referencias culturales y la construcción performativa del yo. Exhibir su obra hoy invita a una renovada mirada crítica, abriendo espacio a nuevas interpretaciones y reposicionando su legado en el momento cultural actual.

Esta edición de Desde el Archivo está basada en la investigación realizada por Teresa Eckmann, publicada en Julio Galán: The Art of Performative Transgression (Nuevo México: University of New Mexico, 2024).

[1] Galán, entrevista con Silvia Cherem, “Los secretos del dolor: Entrevista con Julio Galán,” Pensando en ti (Monterrey: Museo de Arte Contemporáneo, 2007), 304.
[2] Galán, “Los secretos del dolor: Entrevista con Julio Galán,” 305.
[3] Galán, citado en “Julio Galán en el hechizo de su universo,” Julio Galán (Ciudad de México: Grupo Financiero Serfin, 1993), 22.
[4] Eleanor Heartney, “El fruto amargo de Julio Galán/Julio Galán’s Bitter Fruit,” Julio Galán: Exposicion retrospectiva (Monterrey: Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, 1993), 39.
[5] Galán, “Los secretos del dolor,” 306.
[6] Galán, “Julio Galán en el hechizo de su universo,” 25-26.
[7] Galán, “Julio Galán en el hechizo de su universo,” 28.
[8] “Mexican Autobiography,” Time, 27 de abril, 1953, 92.