Ana Segovia Wants You to Take Another, Closer, Look at that Cowboy
El pintor mexicano es un maestro a la hora de dirigir la mirada del espectador. Ahora, está utilizando ese poder para dar un giro radical a los roles de género y al machismo.
Por Ray Mark Rinaldi
Ana Segovia guarda cerca el peor cuadro que ha pintado jamás. La obra está apoyada en la pared de un armario del segundo piso del estudio de la artista, situado en San Pedro de los Pinos, un tranquilo barrio obrero del centro de Ciudad de México. Es lo primero que ven los visitantes.
Segovia ha aprendido que es mejor utilizar a los hombres como tema, y eso es lo que hace casi exclusivamente, produciendo interpretaciones satíricas sobre la masculinidad. Este mes, kurimanzutto presentará una exposición individual de su obra en Frieze London.
Las pinturas de Segovia suelen tener una composición sencilla, a menudo con figuras solitarias sobre fondos simples. Casi todas hacen referencia al cine del siglo XX, en particular a las películas del oeste de los años treinta y cuarenta. Algunas se pintan directamente a partir de películas rodadas en México o Estados Unidos, mientras que otras se basan en fotogramas encontrados en Internet.
Con motivo de la feria de Londres, Segovia creó una nueva serie de obras en torno a un personaje vaquero llamado Ramón, al que el propio Segovia describió como un "Marlboro Man mexicano". Hay una narrativa que recorre toda la serie, aunque son los espectadores quienes deben descubrir los detalles por sí mismos.
Las pinturas tienen títulos descriptivos, como Ramón comiendo una manzana y Ramón tocando la flauta. Sin embargo, no hay frutas ni instrumentos musicales a la vista. En cambio, Segovia muestra un recorte ajustado del cuerpo de Ramón, centrándose en la zona situada entre sus caderas y sus rodillas. Los espectadores nunca ven su rostro, lo que convierte a la pintura titulada Ramón lanzando una piedra en un misterio que invita a la interacción. No hay ninguna piedra.
Al centrarse en la parte central del cuerpo, Segovia resalta el erotismo del personaje. La atención se centra en el trasero y la entrepierna de Ramón, o en sus vaqueros ajustados y sus chaparreras, cuyos flecos y pliegues Segovia enfatiza al representarlos con un seductor tono rojizo reflectante.
Esta decisión podría resultar sorprendente si no fuera porque Segovia la ha ido preparando a lo largo de la última década de su carrera pictórica. Según afirma, ha aprendido a centrarse en los detalles importantes, a no perder el tiempo repitiendo errores —la horrible pintura del armario le recuerda cuál es su misión fundamental— y a comprender cómo ayudar al espectador a ver lo esencial.
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