Durante el 2020 Murillo montó una exposición titulada ética y estética en la iglesia local de La Paila. Este gesto, para Murillo, reflejaba el ambiguo papel que jugaba la organización religiosa dentro de la pequeña comunidad. Por un lado, la iglesia había sido crucial en los esfuerzos para ayudar a los más vulnerables en un momento de crisis total, y el mismo Murillo había colaborado estrechamente con el cura local en sus esfuerzos de ayuda. Por el otro, Murillo seguía siendo consciente de que la historia de la religión, especialmente en el contexto postcolonial de América Latina, representaba tanto una historia colonial como parte de la actual arquitectura social de la región, caracterizada por una grave desigualdad.
En 2021, Murillo sigue explorando estos temas, creando nuevas obras en Tekantó, un municipio de la región mexicana de Yucatán, y exponiéndolas en la parroquia de la iglesia de San Agustín de la ciudad. Atraído por Yucatán debido a su conección ancestral con el pueblo maya, Murillo considera especialmente acertada la intervención en una iglesia. Con su imponente arquitectura hispánica colonial, la iglesia es formalmente bella, aunque al mismo tiempo alberga una historia compleja y a veces brutal, además de estar situada en una comunidad que sigue siendo vulnerable.
La exposición de Murillo en la parroquia de San Agustín está compuesta por elementos específicos del lugar a lo largo de la estructura del edificio. En la planta superior de la iglesia, abierta a la intemperie, hay remanentes parcialmente destruidos de la construcción original, terminada en 1576. Allí, Murillo ha creado paneles de pinturas que se adaptan a los diferentes arcos. Creadas por el artista en un estudio temporal cerca del lugar, estas obras forman parte de la serie surge, y muestran un fondo compuesto por fragmentos combinados de lienzos en los que Murillo ha trabajado en distintos periodos y lugares, superpuestos con trazos gestuales de óleo en barra.
En la planta baja de la iglesia, más moderna y todavía usada por la comunidad, se hallan otros ejemplos de la serie surge que también fueron creados por el artista durante su residencia en la zona. Estos lienzos a gran escala, sin restirar, se encuentran suspendidos entre las columnas que flanquean la congregación, lo que refleja la tendencia de Murillo a presentar sus pinturas de maneras poco convencionales, respondiendo directamente a la arquitectura donde se localizan. A la par de estas grandes y sobrellevadoras obras, Murillo ha creado un grupo de pinturas a escala íntima, de 50 cm de lado, distribuidas sutilmente por el espacio. En total 14, estas obras hacen eco conscientemente de las 14 “estaciones de la cruz”, un elemento común en los lugares de culto católicos, también conocidas como “calvario” o “via crucis”, que narran la condena de Jesucristo y su camino hasta la crucifixión. Los feligreses tradicionalmente “peregrinan” por ellas y rezan una oración en cada estación.
Además de relacionarse con el simbolismo católico tradicional, estas obras hacen referencia a la historia de la región, mediante el uso del pigmento “azul maya” de origen local. Se cree que este tinte natural data del año 800 y se utilizó mucho en las sociedades maya y azteca precolombinas, tanto en contextos decorativos como devocionales, sobre todo en murales. Su uso desapareció en el siglo XVI con la llegada del colonialismo español. Para Murillo, su empleo en esta serie de pinturas funciona como un “fantasma”. Utilizando formalmente las mismas técnicas que en las obras de surge más grandes, estas delicadas pinturas, con su distintivo tono azul-verde, generan una sensación de tranquilidad. Debajo de su superficie, sin embargo, yacen las tensiones inherentes a las complejas historias de la religión y el colonialismo simbólicamente incrustadas en ellas.
Paralelamente, Murillo y Frequencies Foundation activaron la realización del proyecto Frequecies en escuelas de diferentes comunidades de la región.