Con motivo de la exposición individual de Daniel Guzmán, El hombre que debería estar muerto. Apuntes de la casa muerta, el fuego y el relato, en kurimanzutto, Nueva York, dedicamos la séptima edición de Desde el archivo a destacar proyectos y momentos clave a lo largo de la trayectoria del artista. Lo que sigue revela el amplio abanico de referencias musicales, literarias y de la cultura popular que han definido el universo creativo de Guzmán a lo largo de las últimas tres décadas.
Early years in Mexico City
En los años noventa, la eferveciente Ciudad de México proporcionaba un entorno vibrante a una joven generación de artistas deseosos de experimentar con formas colaborativas de trabajo. Guzmán, estudiante de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), fue uno de los miembros de Temístocles 44 (1993-95), un espacio de arte independiente que tomó el nombre de la dirección de un edificio que pronto sería demolido en la colonia Polanco. Otros participantes fueron Eduardo Abaroa, Abraham Cruzvillegas, Damián Ortega, Luis Felipe Ortega, Daniela Rossell, Sofía Táboas y Pablo Vargas-Lugo. Algunos miembros de este grupo crearon el fanzine Casper: Revista de título mutable. Guzmán diseñó la portada del número inaugural, con una serigrafía de la cabeza de un fantasma.
En Temístocles 44, Guzmán colaboró estrechamente con Luis Felipe Ortega en proyectos como el video REMAKE (1994). En esta obra, Guzmán frota su cuerpo contra una pared, presiona su cara contra un cristal y se desliza por el suelo con pintura blanca. Estas acciones reinterpretan performances de artistas estadounidenses como Paul McCarthy y Bruce Nauman, a los que solo habían tenido acceso a través de algunas fotografías y breves descripciones en libros de arte y revistas que circulaban entre amigos. Guzmán concluye la pieza con un segmento original, en el que juega con sus dedos dentro de la boca. Al incorporar esta pieza a la secuencia de reinterpretaciones, el artista se inscribe en la historia del performance.
Encuentros musicales en Nueva York
En el 2000, Guzmán participó en una residencia artística en el International Studio & Curatorial Program (ISCP) de Nueva York, donde entró en contacto directo con muchas de sus referencias musicales y de cultura popular. Ese mismo año creó Momentos irrepetibles, un video en el que se grabó a sí mismo cantando la letra de canciones como "Jealous Guy" de John Lennon y "Come As You Are" de Nirvana. A medida que avanza el video, al artista comienzan a salirle lágrimas. Guzmán ha descrito esta pieza como una exploración íntima de su memoria musical, una obra que documenta la interacción entre música, recuerdos y emociones. Momentos irrepetibles es una potente ilustración del impacto y el significado que la música ha tenido en su vida y en su obra. Otro ejemplo notable es The secret history of rock, una serie de dibujos creados en 2003 que incluyen referencias a Sex Pistols e Iggy Pop.
La música también es un vehículo a través del cual Guzmán incorpora sentido del humor a su obra. En su video New York Groove, de 2004, adaptó la canción de Ace Frehley, guitarrista de KISS, uno de sus grupos favoritos. En la pieza, un hombre con una sutil sonrisa, sale de una estación de metro y camina por la acera al ritmo de la canción de Frehley. Por el camino se encuentra con otros tres hombres que, cautivados por su energía, se unen a su recorrido. Al situar New York Groove en el contexto de la Ciudad de México, Guzmán establece un diálogo intercultural en el que la música se convierte en la fuerza que conecta las calles de la ciudad.
Tristeza infinita en el New Museum
En 2008, el New Museum de Nueva York presentó la exposición Double Album: Daniel Guzmán y Steven Shearer, curada por Richard Flood. La muestra reunía las obras de dos artistas que se adentran en los terrenos del rock y la cultura popular. Entre las piezas exhibidas por Guzmán se encontraba Infinita Tristeza (2002), una obra que critica el materialismo mediante una serie de cadenas de oro falsas suspendidas verticalmente del techo. Al final de cada cadena hay una letra adornada con diamantes de imitación que forman las palabras que dan título a la obra.
Entre sus obras gráficas, Guzmán también expuso Hijo de tu puta madre (2001). La pieza forma parte de la serie Fe, Esperanza, Caridad (2001), compuesta por tres conjuntos de carteles, frases, dibujos y recortes de periódico a través de los cuales el artista reflexiona sobre cada una de estas tres virtudes teológicas, partiendo de sus propios deseos y frustraciones.
My Generation
Dentro del panteón de celebridades, inspiraciones y referencias que Guzmán ha reunido a lo largo de su vida, el muralista mexicano José Clemente Orozco ocupa un lugar especial. En su exposición de 2007, La búsqueda del ombligo, las paredes de kurimanzutto -entonces ubicada en una bodega de la colonia Condesa- se llenaron con 28 dípticos de gran formato. Guzmán desarrolló estas piezas a partir de una exploración de la serie La verdad, creada por el muralista en 1945. Los veloces, y a veces explosivos, trazos negros de Orozco en esta serie resuenan con la afinidad de Guzmán por el dibujo como medio y como fin en sí mismo. El dibujo fue la primera incursión de Guzmán en el arte gráfico. Él percibe esta práctica como un proceso, un medio con un grado de inmediatez que elude procedimientos prolongados como los que se asocian a la pintura.
En 2009, My Generation se inauguró en el espacio actual de kurimanzutto en la colonia San Miguel Chapultepec. Para este proyecto, Guzmán reunió obras de artistas que han dado forma a la genealogía de sus intereses artísticos. Piezas de Otto Dix, Philip Guston y Julio Ruelas se exhibieron junto a dibujos de Paul McCarthy, Germán Venegas, Mariano Villalobos, José Luis Sánchez Rull y el propio Guzmán. My Generation no era sólo un homenaje, sino una búsqueda personal de fundamentos estéticos, ideológicos y afectivos, que el artista exploraba a través de los trazos realizados por otras manos en otros tiempos.
Chromosome Damage: Drawing Room, Londres
El diálogo de Guzmán con diversos referentes lo ha llevado a desarrollar sus propios procesos de experimentación iconográfica que, a pesar de sus variantes, permanacen anclados en el dibujo y en el deseo de compartir su perspectiva del mundo. Esto es evidente en los dibujos de Chromosome Damage, expuestos en 2014 en el Drawing Room de Londres y en 2015 como parte de Death Never Takes a Vacation en kurimanzutto, Ciudad de México. En más de noventa dibujos sobre papel estraza, el artista creó figuras híbridas que aluden a deidades prehispánicas como la Coatlicue, diosa azteca de la tierra. Guzmán amalgama formas femeninas con elementos inspirados en esculturas prehispánicas que admiraba desde muy joven durante sus visitas al Museo de Antropología en la Ciudad de México. Las serpientes, asociadas con la fertilidad en la cultura azteca, se mezclan con figuras de cráneos en un dinamismo visual que da continuidad a sus reflexiones sobre la naturaleza cíclica de la vida y la muerte.
Capítulo uno: El hombre que debería estar muerto
En 2017, Guzmán inició la serie de dibujos El hombre que debería estar muerto, proyecto que ha difundido como si se tratara de una novela dividida en cuatro capítulos. El primero de ellos se presentó dentro del proyecto colectivo Siembra (2020-21) en kurimanzutto, Ciudad de México. Dividida en dos exposiciones, la primera mostraba un gobelino realizado por maestros tejedores del Taller Mexicano de Gobelinos de la ciudad de Guadalajara, donde el artista ha vivido los últimos cinco años. El textil no sólo confrontaba al espectador con sus grandes dimensiones, sino también con la pregunta "¿dónde estás?", situada en el centro de su trama y urdimbre. La pregunta sirvió como punto de partida visual para esta serie, cuyo título invita a preguntarse quién es este hombre y por qué debería estar muerto.
En el segundo ejercicio de este primer capítulo, Guzmán puso nombre y rostro a ese hombre. Dedicó la exposición al escritor y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini, cuyo pensamiento reflexivo, radical y transgresor le ha acompañado desde sus años de estudiante de arte en la ENAP. En una de las paredes del interior de la exposición se podía leer: "Sigo diciendo que todos estamos en peligro", una cita -posiblemente premonitoria- de la última entrevista que concedió Pasolini antes de ser asesinado.
Capítulos 2 & 3: El hombre que debería estar muerto
El segundo capítulo, El hombre que debería estar muerto. La batalla futura, se presentó en el Museo Cabañas de Guadalajara. Para esta exposición, Guzmán abrió su archivo: dibujos, libros, obras de video, discos, revistas, cómics, carteles, apuntes y figuras coleccionables habitaron las salas del museo, invitando al público a explorar su mundo personal y artístico. El artista expresó que el subtítulo de la exposición, en este caso, evoca la imagen de una transición hacia un futuro desconocido.
La tercera edición de El hombre que debería estar muerto. Tienes que entrar para salir se inauguró en kurimanzutto, Ciudad de México, en junio de 2023. Como continuación de la muestra en el Museo Cabañas, Guzmán elevó el dibujo a un plano tridimensional, empleando cuatro estructuras de madera que creaban un espacio simultáneamente abierto y cerrado. Guzmán eligió un formato experimental que recuerda a sus obras anteriores, en las que desempeñaban un papel importante la escultura y la instalación.
Capítulo cuatro: El hombre que debería estar muerto
Para el cuarto y último capítulo de esta serie, Guzmán regresa a Nueva York con El hombre que debería estar muerto. Apuntes de la casa muerta, el fuego y el relato (2024), donde el espacio de kurimanzutto sirve de escenario para un diálogo entre personajes sin una identidad precisa, que habitan dibujos exhibidos a pequeña y gran escala. A través de esta serie, Guzmán narra una historia no lineal de un viajero en el tiempo, un dibujante capaz de revisitar elementos de su pasado para imbuirlos de nueva vida en su presente. Un casco de Darth Vader recuerda sus primeras visitas a un cine cercano a la Colonia Doctores de la Ciudad de México. Una serpiente evoca su fascinación por la falda de la Coatlicue. Algunos versos reflejan horas y horas de escuchar música.
El archivo expuesto en el Museo Cabañas está aquí pero ha tomado otra forma. El universo del artista vuelve a materializarse ante los espectadores. Con su obra, Guzmán revela lo que conforma su carácter y, por extensión, su práctica, al tiempo que nos recuerda que todos somos producto de la información que consumimos, ya sean libros, canciones u obras de arte.