Lilia Carrillo desarrolló un lenguaje propio en el panorama del arte moderno en México durante la segunda mitad del siglo XX. Con una voz única, exploró nuevas formas de aproximarse a la abstracción y supo hacerse de un espacio en un ámbito mayormente dominado por hombres. Aunque su producción artística apenas abarcó poco más de dos décadas, Carrillo dejó una huella innegable en la historia del arte en México. Esta exposición presenta sesenta obras de su acervo personal, cuidadosamente preservado por su segundo esposo, el artista Manuel Felguérez. La colección nos permite apreciar el alcance de su legado, desde sus primeros trabajos realizados como estudiante de arte a finales de los años cuarenta, hasta algunas de las últimas piezas que creó antes de su muerte, a los 43 años, en 1974.
La exposición y los materiales de archivo que la acompañan nos invitan a ser testigos del desarrollo de una artista con un profundo interés por diferentes medios, estilos y disciplinas. Entre pinturas, dibujos, collages, litografías, diseños de vestuario e ilustraciones, nos encontramos con ejemplos de todas las facetas de su trayectoria artística. Sus primeros acercamientos al arte fueron a través de la figuración, como puede verse en los retratos y paisajes con los que inicia la exhibición. Su Autorretrato escolar (1948), realizado con tan solo dieciocho años, muestra a una joven que ya se reconoce como pintora, segura de su vocación.
A mediados de los cincuenta, comenzó a explorar una forma de representación más abstracta, motivada en parte por su interés en el Surrealismo en México. Bajo el seudónimo "Felisa Gross", Carrillo produjo cuadros inspirados en el trabajo de Remedios Varo y Leonora Carrington, haciéndolos pasar por obras surrealistas de una pintora checa recién llegada a México. Pero su curiosidad por la abstracción la llevó a crear piezas donde juegos de colores, líneas y trazos gestuales parecen flotar en el espacio, produciendo atmósferas que nos invitan a encontrar elementos reconocibles. A la par de su obra abstracta, durante los años sesenta, diseñó vestuario para las producciones teatrales de vanguardia dirigidas por Alejandro Jodorowsky y colaboró como ilustradora de diversas publicaciones y revistas.
Carrillo describía su práctica como una pintura guiada por la experimentación: “Crear algo a través de objetos que encuentro, de lo que hallo a la mano; ir sacando cosas de la tela, especulando con la tela. Sólo de ahí saco experiencias y luego las voy repitiendo, probando.” A lo largo de su carrera, su trabajo incorporó retazos de tela, artículos de periódico y letras recortadas de revistas, fragmentos de la realidad que “existen sutilmente como pequeños detalles”, evocando la vida fuera de la pintura.
En Los Lilia Carrillo de Lilia Carrillo, cada pieza refleja un momento de su trayectoria, despertando una serie de incógnitas que abren la puerta a la especulación: ¿Qué significaban estas obras para ella, o para Felguérez? ¿Por qué estas piezas forman parte de su acervo y no otras? ¿Qué nos dicen sobre sus intereses y su laborioso proceso creativo? Más que dar respuestas, la exhibición incita nuevas preguntas y líneas de investigación sobre el legado de Carrillo, así como su contribución al arte moderno en México.
La carrera artística de Lilia Carrillo (Ciudad de México, 1930 – 1974) trascendió los límites tradicionales de la pintura mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Su importancia radica no solo en su espíritu innovador en el ámbito de la abstracción, sino también en la experimentación formal y material que llevó a cabo en diversas disciplinas como el teatro. A pesar de haber tenido una carrera relativamente breve, el impacto de Carrillo resuena en la historia del arte, dentro de una generación de artistas que se dedicó a ampliar los horizontes del arte mexicano, más allá de los modelos convencionales de representación figurativa. Carrillo forjó un camino artístico en un mundo todavía ampliamente dominado por hombres; sus obras son testimonio del espíritu pionero que siempre la caracterizó y de su perdurable contribución a la historia del arte.
Carrillo cursó la carrera de Artes Plásticas en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” en la Ciudad de México. En 1953 recibió una beca para residir en la Casa de México en París, donde se inscribió en la Académie de la Grande Chaumière. Durante su estancia en París, expuso por primera vez individualmente en la Casa de México y de manera colectiva en el Petit Palais en 1955.
De vuelta en México, en 1956, participó en una muestra conjunta con Manuel Felguérez en la Galería Carmel-Art de la Ciudad de México, seguida de su primera exposición individual de obras abstractas en la Galería Antonio Souza en 1957. Expuso en múltiples ocasiones en la Galería Juan Martín, en la Ciudad de México, y en importantes instituciones nacionales incluyendo el Museo de Arte Moderno y la Casa del Lago.
Además de su carrera como pintora, incursionó en el diseño de escenografías y vestuarios para los proyectos de teatro de vanguardia dirigidos por Alejandro Jodorowsky. Carrillo obtuvo el segundo lugar en el Salón ESSO en 1965 y participó en 1966 en la muestra colectiva Confrontación 66, en el Palacio de Bellas Artes. Fue miembro fundadora del Salón Independiente de 1968. En 1969 pintó el mural La ciudad desbordada, contaminación del aire, para ser expuesto en el Pabellón Mexicano como parte de la Feria Mundial de Osaka 70 en Japón. Su obra viajó a galerías, museos y bienales en países como Francia, Brasil, Estados Unidos, España, Perú, Cuba y Colombia.
A partir de 1971, la producción pictórica de Carrillo se vio afectada debido a un aneurisma en la médula espinal que la paralizó parcialmente. La artista murió el 6 de junio de 1974.
La carrera artística de Lilia Carrillo (Ciudad de México, 1930 – 1974) trascendió los límites tradicionales de la pintura mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Su importancia radica no solo en su espíritu innovador en el ámbito de la abstracción, sino también en la experimentación formal y material que llevó a cabo en diversas disciplinas como el teatro. A pesar de haber tenido una carrera relativamente breve, el impacto de Carrillo resuena en la historia del arte, dentro de una generación de artistas que se dedicó a ampliar los horizontes del arte mexicano, más allá de los modelos convencionales de representación figurativa. Carrillo forjó un camino artístico en un mundo todavía ampliamente dominado por hombres; sus obras son testimonio del espíritu pionero que siempre la caracterizó y de su perdurable contribución a la historia del arte.
Carrillo cursó la carrera de Artes Plásticas en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” en la Ciudad de México. En 1953 recibió una beca para residir en la Casa de México en París, donde se inscribió en la Académie de la Grande Chaumière. Durante su estancia en París, expuso por primera vez individualmente en la Casa de México y de manera colectiva en el Petit Palais en 1955.
De vuelta en México, en 1956, participó en una muestra conjunta con Manuel Felguérez en la Galería Carmel-Art de la Ciudad de México, seguida de su primera exposición individual de obras abstractas en la Galería Antonio Souza en 1957. Expuso en múltiples ocasiones en la Galería Juan Martín, en la Ciudad de México, y en importantes instituciones nacionales incluyendo el Museo de Arte Moderno y la Casa del Lago.
Además de su carrera como pintora, incursionó en el diseño de escenografías y vestuarios para los proyectos de teatro de vanguardia dirigidos por Alejandro Jodorowsky. Carrillo obtuvo el segundo lugar en el Salón ESSO en 1965 y participó en 1966 en la muestra colectiva Confrontación 66, en el Palacio de Bellas Artes. Fue miembro fundadora del Salón Independiente de 1968. En 1969 pintó el mural La ciudad desbordada, contaminación del aire, para ser expuesto en el Pabellón Mexicano como parte de la Feria Mundial de Osaka 70 en Japón. Su obra viajó a galerías, museos y bienales en países como Francia, Brasil, Estados Unidos, España, Perú, Cuba y Colombia.
A partir de 1971, la producción pictórica de Carrillo se vio afectada debido a un aneurisma en la médula espinal que la paralizó parcialmente. La artista murió el 6 de junio de 1974.