Adrian Rosenfeld en colaboración con kurimanzutto presenta la exposición de nuevas obras de Damián Ortega Estridentópolis en su galería de San Francisco. El título de la exposición hace referencia al Estridentismo, movimiento vanguardista de los años veinte en el que artistas y poetas buscaban inscribir a México en la red cosmopólita de pensadores progresistas y revolucionar el panorama cultural y político. A partir de este guiño al pasado, las obras exhibidas también revelan los variados intereses de Ortega: desde los ecosistemas y la economía de trabajo, hasta las victorias y fracasos del modernismo internacional. En conjunto, estas obras ofrecen una nueva manera de pensar la significación social y política de los monumentos arquitectónicos y obras de arte maestras del los siglos veinte y veintiuno. Al hacer énfasis en características  de la cultura contemporánea globalizada, invitan a cuestionar las visiones utópicas que formaron a tantos artistas radicales del pasado.

En el centro de la exposición se encuentran siete grandes esculturas construidas con la antigua técnica mexicana de papel maché utilizada para crear figuras religiosas y personalidades políticas; en este caso, las esculturas se componen de bolsas de papel para empacar cemento. Estas toman la forma de algunos de los rascacielos más conocidos del mundo –las torres Marina en Chicago, Habitat 67 en Montreal, y Taipei 101, por nombrar algunos– y son coronados con cabezas de animales. Las intervenciones zoomorficas de Ortega incorporan una energía primaria y espiritu animalesco con estructuras que semejan triunfos de diseño e ingeniería racional. El exterior de la escultura tiene textura y ritmo visual que proviene de logos coloridos cortados, pegados y moldeados dentro de patrones. Las bolsas de cemento también funcionan como guiño a las complejas redes de intercambio de productos básicos que alimentan la acelerada construcción a gran escala. Materialmente delicadas y ricas en animismo, las esculturas de Ortega hacen referencia en la ambición desenfrenada característica de la arquitectura monumental. El artista declara, “Los edificios de papel hablan de la fragilidad de los gandes proyectos de la vida. Lo material se opone a la ambición inifinita de alcanzar nuevas alturas cósmicas, celestiales y megalomaniacas.”

Las obras más pequeñas, tejidas con las mismas bolsas, complementan las esculturas y revelan sus propias alusiones al arte del pasado. Un traje compuesto de un overol, una chaqueta, zapatos y guantes semejan el vestuario de protección que portaban los empleados de grandes obras de construcción en México en los años sesenta, fabricados a partir de los mismos materiales del lugar de trabajo. También hace un guiño a la obra de 1970 de Joseph Buy’s Felt Suit, y ofrece una nueva visión sobre el arte para vestir de acuerdo con la teoría alemana de que este puede servir de manera práctica y ser construido por trabajadores comunes. Los tejidos de Ortega explotan la textura y el color de las bolsas para evocar textiles. Varios collages recuperan el medio modernista de papier collé, popular en el hemisferio occidental durante principios del siglo veinte. Asimismo, recuerdan experimentos de tipografía y diseño constructivista ruso, artistas de la Bauhaus, y aquellos afiliados con el Movimiento Estridentista. En las manos de Ortega, las visiones utópicas ligadas a aquellos modernistas progresistas son reinterpretadas y forzadas a contrastar las consecuencias del crecimiento capitalista desenfrenado de los siglos veinte y veintinuo.