Damián Ortega (Mexico 1967) deconstruye objetos y procesos, al alterar sus funciones y transformarlos en experiencias novedosas y situaciones hipotéticas a través del ingenio y el humor. Ortega se mueve en una escala que va de lo molecular a lo cósmico y, como menciona el crítico de arte Guy Brett, consigue conjugar lo cósmico con lo accidental. Su obra aplica conceptos de la física a las interacciones humanas en donde el caos, los accidentes y la inestabilidad producen un sistema de relaciones en flujo constante. Ortega explora la tensión que habita cada objeto: lo enfoca, reorganiza, escudriña e invierte su lógica para revelarnos un infinito mundo interior. El resultado de esta investigación exhibe la interdependencia de diversos componentes, ya sea dentro de un sistema social o en los engranajes de una máquina compleja. Aunque sus proyectos se materializan en esculturas, instalaciones, performances, videos y fotografías, para Ortega la obra de arte es siempre una acción, un evento. Sus experimentos existen en un espacio donde lo posible y lo cotidiano convergen para activar una nueva y trascendente forma de mirar a los objetos ordinarios y las interacciones rutinarias.
En 2005, fue nominado al Hugo Boss Prize y en 2007 al Preis der Nationalgalerie für junge Kunst. De igual manera, en 2014 recibió la Smithsonian Artist Research Fellowship por parte de Smithsonian Institution y en 2006, realizó una residencia artística en Deutscher Akademischer Austauschdienst (DAAD) en Berlín.
Sobre la obra:
Siete grandes esculturas construidas con la antigua técnica mexicana de papel maché utilizada para crear figuras religiosas y personalidades políticas; en este caso, las esculturas se componen de bolsas de papel para empacar cemento. Estas toman la forma de algunos de los rascacielos más conocidos del mundo –las torres Marina en Chicago, Habitat 67 en Montreal, y Taipei 101, por nombrar algunos– y son coronados con cabezas de animales. Las intervenciones zoomorficas de Ortega incorporan una energía primaria y espiritu animalesco con estructuras que semejan triunfos de diseño e ingeniería racional. El exterior de la escultura tiene textura y ritmo visual que proviene de logos coloridos cortados, pegados y moldeados dentro de patrones. Las bolsas de cemento también funcionan como guiño a las complejas redes de intercambio de productos básicos que alimentan la acelerada construcción a gran escala. Materialmente delicadas y ricas en animismo, las esculturas de Ortega hacen referencia en la ambición desenfrenada característica de la arquitectura monumental. El artista declara, “Los edificios de papel hablan de la fragilidad de los gandes proyectos de la vida. Lo material se opone a la ambición inifinita de alcanzar nuevas alturas cósmicas, celestiales y megalomaniacas.”