Su nueva retrospectiva en MoMA PS1 celebra el evitar hacer arte.
Por Carl Swanson, Editor de New York Magazine
Rirkrit Tiravanija es un artista sin estudio. "No tengo esos gastos", me dice. Hace lo que él llama "visitas de estudio" en el Café Mogador, un restaurante marroquí bohemio en Marks Place en East Village. "Mi lugar favorito", añade. Mogador abrió en 1983, el mismo año que Rirkrit —todos lo llaman así, la r de en medio no se pronuncia— se mudó desde Toronto a Nueva York, donde fue a la escuela de arte. Firmó un contrato de renta por $290 dólares al mes, en el mismo departamento de cuatro cuartos en East 7th Street, entre Avenues B y C, en donde todavía vive (también tiene dónde vivir en Berlín y su nativa Tailandia) . Ha mantenido sus gastos bajos desde entonces, lo que le ha permitido, raro entre los artistas con un reconocimiento similar —con participación en bienales, exposiciones alrededor del mundo y que además ha impartido clases en Columbia por más de 20 años— ser lo más libre de tener que hacer arte, al menos el tipo de arte en el que la gente rica invierte. "Podría hacer todo lo correcto" dice sobre hacer objetos costosos. "Prefiero no"...