Es un honor presentar la exposición del arquitecto y diseñador Oscar Hagerman (La Coruña, 1936), la cual resalta la importancia de sus aportaciones teóricas, prácticas y estéticas para la creación de diseños apegados a la vida común. Igualmente señala la amplia labor social de Hagerman en las comunidades rurales de México y el aprendizaje mutuo que se ha entablado gracias a una cooperación estrecha con los grupos con los que
trabaja: “He tratado que las construcciones se hagan de una manera sencilla, tal como las personas en las comunidades las saben hacer. Cuando uno trabaja de esta manera, lo nuevo armoniza con lo que existe y la gente está contenta ."
La muestra se compone de una selección de cinco diseños con ocho variantes de sillas creadas a lo largo de su carrera. Cada una representa las reflexiones creativas de Oscar combinadas a su cercanía con artesanos de distintas regiones del país. El resultado es una exposición que condensa sus aprendizajes en la forma simple de la silla, la figura que considera la más humilde de la arquitectura. El origen de esta reflexión es la silla Arrullo (1969), basada en un modelo popular que luego de ganar premios de diseño fue introducida nuevamente a los talleres de artesanos locales y comenzó a reproducirse en todo el país. En este proceso renuncia al protagonismo de ser una silla de diseñador y se encuentra en mercados, carreteras y puestos de la calle; es una silla que ahora pertenece a los hogares mexicanos.
“El diseño industrial nos enseña a buscar formas originales, pero la riqueza más grande está en crear un universo que le pertenezca a la gente y lograr que ellos mismos lo sientan propio.”
La ergonomía que se empleó en estos diseños corresponde a estudios de más de 50 años y es uno de los temas de las clases que imparte en diferentes universidades de México. Hagerman también continúa con su trabajo en talleres de artesanos de varias regiones rurales del país. Con ellos ha aprendido las técnicas de construcción locales que responden a necesidades climáticas y culturales de cada población. Participa activamente con las comunidades para conservar los conocimientos ancestrales al transmitirlos a la juventud y así mantener y mejorar la sabiduría de los pueblos para reforzar su autodeterminación.
Esta exposición marca un momento clave en la relación estrecha entre Oscar Hagerman y la galería: el resultado de años de amistad y de complicidad en proyectos educativos en comunidades rurales en la Sierra de Puebla, Yucatán, y Chiapas, que tanto Oscar como Doris Ruiz Galindo, su esposa, han creado y desarrollado.
sobre Oscar Hagerman
Hijo de padre sueco y madre gallega, Óscar Hagerman nació en La Coruña, España, en 1936 y vino a México cuando tenía 15 años. Se recibió como arquitecto de la Facultad de Arquitectura en la UNAM, en 1961. Al salir de la universidad fue a trabajar a la cooperativa Emiliano Zapata en Ciudad Nezahualcóyotl, ahí creo la silla Arrullo que recibió un premio del Instituto Mexicano de Comercio Exterior en 1974.
Lleva más de 50 años trabajando en comunidades de todo el país. En 1982 empezó a trabajar en el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural, CESDER, en Zautla, Puebla en la formación de jóvenes indígenas en áreas vinculadas a sus culturas. En los últimos años trabajó en el proyecto de la Universidad del Medio Ambiente UMA, asociado con los arquitectos Cano y Vera, en Acatitlán, en el Estado de México. Desde 2010, como becario del Sistema de Creadores de Arte del FONCA, ha investigando y propuesto soluciones para la vivienda campesina en diferentes lugares del país.
En los últimos años se le han hecho exposiciones y homenajes en diferentes museos y universidades del país. En 2007 se le otorgó el premio Príncipe Claus de Holanda con el tema Cultura y Conflicto y también es Doctor Honoris Causa por la Universidad Iberoamericana de Puebla y México.
A mi hija Doris y a Sandra Sucar, con mucho cariño.
Agradecimientos a:
A Doris y a mis hijos por acompañarme todos estos años.
A Claudia Barriga de CANTO Artesanos y Rodolfo Morales de Estudio Caribe por los trabajos de carpintería.
A Tania Vázquez por las estupendas fotografías.
Al equipo de la galería kurimanzutto por el cariño que le pusieron al montaje de esta exposición.
Al maestro Francisco Toledo por su colaboración.
Al maestro Nacho Morales por los petates.
A Enedino y a Diego por los dibujos y maquetas.
A Alejandro Magallanes por el diseño.