La propuesta de Wendy Cabrera Rubio reproduce pinturas aparecidas en caricaturas políticas que se publicaron en México durante la Guerra Fría. Las reproducciones se elaboraron con textiles de colores lisos sobre bastidores, para enfatizar su cualidad escenográfica y marcar distancia tanto de la historia de la pintura como del gesto pictórico. En estas obras Cabrera Rubio explora la construcción de la idea de arte abstracto en un contexto como el mexicano y resalta el trasfondo de la Guerra Fría en la producción artística de la época. Dos de ellas hacen referencia al “Salón ESSO”, un concurso pictórico para artistas jóvenes auspiciado por la Organización de los Estados Americanos y la compañía petrolera estadounidense Standard Oil, ESSO. La pinturas del caricaturista Vadillo en “¿Motivos abstractos?”, que retoma la artista, muestran a un grupo de personas ricas frente a una obra aparentemente abstracta donde destacan dos “motivos” (en los sentidos pictórico y económico): la OEA y ESSO (escrito con el signo del dólar en vez de “S”). En la segunda pintura aparecen un millonario, un nacionalista estadounidense y un hombre con una caja de cocacolas, que en un acto de colonialismo presenta de forma abstracta a un indígena mexicano que sostiene un estandarte del nacionalismo. Ambas imágenes utilizan signos conocidos para señalar la intensa y conocida disputa entre el arte comprometido y el abstracto (la Ruptura); es decir, entre los muralistas —representantes de una pintura figurativa, nacionalista y politizada— y el movimiento de la abstracción, identificado por los primeros como una forma de intervención cultural del imperialismo estadounidense.
–Christian Gómez