De niña, Patti Smith, icono de la poesía punk, recibió instrucciones de no aceptar nunca nada de extraños, lo que significó que un día se vio obligada a rechazar un botón parte de una codiciada campaña política y que todo el mundo tenía.
Mientras caminaba abatida hacia su casa de Nueva Jersey, se prometió a sí misma que pronto adquiriría sus propias medallas para añadirlas a su solapa.
El sábado, la leyenda del rock de 75 años cumplió esa promesa cuando el embajador de Francia en Estados Unidos, Philippe Etienne, le concedió la Legión de Honor, la más alta orden de mérito de su país.
Smith contó esta conmovedora anécdota a un público entusiasta después de la ceremonia de entrega de la medalla en el centro de Brooklyn, donde se reunió una multitud con motivo de la "Noche de las Ideas", un maratón anual de filosofía y espectáculos organizado por la Aldea Albertina de la Embajada de Francia en colaboración con la Biblioteca Pública de Brooklyn.
"Es un honor indescriptible, comprendo su gravedad", dijo a la AFP entre bastidores, tras ofrecer una animada actuación junto a su hija Jesse al piano y su viejo colaborador y guitarrista Lenny Kaye.