La vida en los pliegues es producto de una extensa investigación, en la que el artista introduce un lenguaje formal que se despliega en una variedad de soportes dentro de la instalación. La exposición abre con una pintura de la serie El esplendor geométrico, proyecto realizado en 2015 y el cual originó las formas abstractas que son el germen de La vida en los pliegues. Al centro de la instalación se ubica un conjunto de poemas escritos con un abecedario encriptado. Los textos, dispuestos sobre mesas que nos remiten a hojas de papel, implican una transición de lo tipográfico hacia lo fonético, ya que cada carácter, al ser un objeto tridimensional, es también un instrumento de viento hecho de cerámica: una ocarina que al tocarse, emite un sonido particular a cada letra. Una partitura gráfica compuesta por 74 fotocopias, realizada a partir de estos caracteres, es interpretada por un ensamble musical con las ocarinas. Parte de la instalación es la película La aldea maldita que articula los diversos niveles del lenguaje, y en la cual se narra la historia de una familia de migrantes que es linchada al llegar a un pueblo extraño. En ésta, un titiritero controla a los personajes de la historia en un teatro miniatura, objeto que también está presente en la exposición y que es activado en un performance por actores y músicos.
Carlos Amorales resalta que La vida en los pliegues, título que hace referencia a la novela de Henri Michaux publicada en 1949, “surge de la tensión entre lo muy concreto y lo muy abstracto, es aquí donde aparecen una serie de imágenes poéticas que tienen que ver con los lugares donde encontramos la vida, no en medio de las páginas sino en los pliegues, en los quiebres, y los intersticios, en las cosas más pequeñas”.
La incomprensión del texto requiere que el público se enfrente, desde el extrañamiento, a un mundo encriptado donde tendrá que descifrar los mensajes y cuestionarse sobre las diversas interpretaciones de la realidad. La vida en los pliegues es una obra de arte total, en la cual las diferentes disciplinas involucradas, artes visuales, animación, cinematografía, música, literatura, poesía y performance se entrecruzan, creando tensiones, activando el pensamiento y desestabilizando sus parámetros.
En una bienal que desde su título, VIVA ARTE VIVA, celebra el arte y su capacidad de abrazar la existencia y de enfrentar la realidad en un mundo lleno de conflictos, La vida en los pliegues inventa nuevos vocabularios, lenguajes, imágenes y sonidos para que la vida humana pueda reinventarse.